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Malformación arteriovenosa cerebral

¿Qué es una malformación arteriovenosa cerebral?

Es una anomalía congénita del desarrollo de los vasos del cerebro. Se produce una comunicación anormal y directa entre las arterias y las venas con la intercesión de un ovillo vascular patológico (nidus) entre ambas. La sangre arterial pasará a través de él directamente al territorio venoso sin irrigar el tejido cerebral. Este fenómeno produce, por un lado, falta de riego sanguíneo cerebral en distinto grado y, por otro, un aumento de presión en el interior del nidus y las venas de drenaje, cuya consecuencia más temida es su ruptura y sangrado.

Las malformaciones arteriovenosas cerebrales son relativamente infrecuentes, con una prevalencia de 10-12 casos por 100.000 habitantes. Hasta un 2-4% de los  casos pueden sufrir una hemorragia cada año.

¿Cómo se diagnostica una malformación arteriovenosa cerebral?

Las malformaciones arteriovenosas son habitualmente asintomáticas y constituyen un hallazgo incidental en estudios de neuroimagen realizados por otra causa. La cefalea es un síntoma habitual de esta lesiones, pero no siempre es sencillo atribuir este síntoma a la lesión, pues las cefaleas de otras causas son muy habituales. Una malformación arteriovenosa puede debutar también con epilepsia, con fallo de alguna función neurológica, pero la forma más característica es el sangrado en forma de diversos tipos de hemorragia cerebral.

Las principales pruebas que se solicitan para estudiar una malformación arteriovenosa cerebral son la resonancia magnética y la arteriografía cerebral.

¿Cuál es el tratamiento de una malformación arteriovenosa cerebral?

Cuando decidimos tratar una malformación arteriovenosas cerebral disponemos de tres técnicas principales. La cirugía proporciona los mejores resultados en términos de erradicación del problema, al ser capaz de eliminar el nido malformativo en una sola sesión terapéutica. No obstante, tiene como inconvenientes que es técnicamente compleja y que en determinadas localizaciones no es factible sin aumentar el riesgo de forma importante. La embolización endovascular complementa el tratamiento quirúrgico y se usa muy frecuentemente antes de la cirugía, para facilitar su realización. Sin embargo, por si sola, solamente es capaz de erradicar alrededor del 30% de las malformaciones. La radiocirugía es un tratamiento radioterápico con una técnica que lo hace muy preciso, y se utiliza en lesiones que no pueden tratarse con los dos métodos anteriores, por encontrarse, por ejemplo, en zonas profundas del cerebro de muy difícil acceso, o  como complemento a ellos.