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La nueva resonancia permite saber que has extirpado todo el tumor del cerebro

Javier Ibáñez, jefe del servicio de Neurocirugía de Son Espases, está como un niño con zapatos nuevos con la nueva resonancia magnética intraoperatoria que se acaba de instalar en el centro de referencia sanitario de las islas

La nueva resonancia magnética intraoperatoria es una de las joyas tecnológicas del hospital de referencia de Son Espases, un aparato cuyo precio en el mercado libre supera el millón de euros y que ha requerido hacer una importante reforma en el quirófano en el que está instalado para blindar sus paredes y conseguir un total aislamiento frente a las señales de radiofrecuencia que distorsionarían el normal funcionamiento de la resonancia. Este aparato, el primero de estas características instalado en un hospital público del país, permite al cirujano saber en todo momento cómo va la intervención y evitar sobrepasar los límites del tumor maligno e invadir alguna zona sana del cerebro, algo que tendría funestas consecuencias para el paciente.

—¿Es cierto que Son Espases es el primer hospital público del país que cuenta con una resonancia magnética de estas características?

—Sí. Existe otra similar adquirida por un centro sanitario privado de Sevilla hace un par de años. Pero sí, Son Espases es el primer hospital público de este país que dispondrá de este aparato ideal para operar tumores cerebrales con más seguridad. En todo el mundo habrá unos 52 o 53 hospitales que cuenten con un aparato similar.

—Es una infraestructura que vale mucho dinero. En el mercado libre su precio supera el millón de euros. No sé lo que le habrá costado al hospital porque el equipamiento tecnológico de todo el centro sanitario ha sido una inversión global por lo que los precios se pueden haber negociado de una manera que ignoro en absoluto. Y, además, no es la única inversión que requiere. También hay que acondicionar el quirófano.

—¿Cómo?

—Al instalar una resonancia magnética en un quirófano, éste debe siempre acondicionarse para acoger esta maquinaria. Hay que conseguir el efecto de jaula de Faraday, esto es, impedir la entrada de señales de radiofrecuencia que distorsionarían el normal funcionamiento de la máquina. Son unas obras que llevan muchos meses de trabajo y aquí se han podido acometer porque partíamos de una infraestructura sanitaria nueva, todavía por diseñar antes de construir. Hay que blindar las paredes y recubrirlas de un aislamiento especial. De la misma menera, la instalación eléctrica ha de estar especialmente condicionada al uso de la resonancia.

—¿De qué tipo de resonancia estamos hablando?

—De una de bajo campo. Hay otras resonancias de alto campo que dan una calidad de imagen superior pero su coste se multiplica por seis respecto a las cifras de las que hemos hablado con anterioridad. Además cuenta con otras desventajas como la de que sólo la puedes utilizar para esto y el material quirúrgico necesario para las intervenciones debe estar especialmente diseñado para ser usado con un aparato de esas características, lo que también contribuye a encarecer el coste de toda la infraestructura. La opción que hemos elegido, aparte de que proporciona imágenes muy buenas y útiles, es mucho más versátil. Puedes usar el quirófano para otro tipo de intervenciones, no te limita tanto.

—¿Para que usarán esta nueva tecnología?

—Fundamentalmente para el servicio Neurocirugía y, más en concreto, para intervenir tumores cerebrales. La distancia más corta entre los imanes nos permite introducir tan solo la cabeza del paciente en el aparato a diferencia de otras resonancias en las que cabe el cuerpo entero.

—¿Y qué ventajas supone?

—Permite al cirujano ver, a lo largo de toda la intervención quirúrgica, las imágenes que desee en cada momento de la zona cerebral que está interviniendo, tener una nueva imagen del cerebro en cada fase de la operación todas las veces que el cirujano estime necesarias.

—¿Y en qué beneficia esto al paciente?

—Permite al médico constatar y tener la certeza de que ya ha extirpado todo el tumor maligno del cerebro. Y también le permite acotar con más seguridad su campo de actuación. La mayor dificultad a la hora de intervenir estos tumores radica en que no podemos sobrepasar los límites sanos del cerebro sin provocar daños irreversibles al paciente. Si el cirujano toca una parte sana del cerebro durante la operación, esta acción tendrá consecuencias para el paciente. Por eso, con esta nueva técnica, se mejora considerablemente la seguridad de éste. Aparte de que no es tan nocivo para la salud como los rayos x.

—Amplia el uso de la resonancia magnética al campo quirúrgico…

—Sí, la resonancia magnética, básicamente una toma de imágenes, es una prueba diagnóstica y ahora pasa a ser una resonancia de quirófano. Y el instalado en Son Espases permitirá usarlo en otras aplicaciones aparte de en la intervención de los tumores cerebrales.

—Imagino que habrán tenido que formarse para usar una maquinaria tan compleja.

—Sí, tiene un uso bastante complejo y con riesgos potenciales. No obstante, no la utilizaremos cada día, de ahí la idoneidad de haber optado por este modelo que nos permitirá usar el quirófano para otro tipo de intervenciones que no precisen de esta resonancia. La versatilidad de la que hablaba antes.

—¿Cuáles son esos riesgos potenciales en el uso de la resonancia intraoperatoria?

—Por ejemplo, no puedes pasar con algún objeto metálico cerca, como unas tijeras, porque la potencia de los imanes las atrae. Tampoco puedes acceder al quirófano con una tarjeta de crédito porque desimanta su banda magnética y la hace inservible, de la misma manera que borraría la agenda telefónica de un móvil, aunque no puedes entrar en un zona quirúrgica con un móvil porque altera la radiofrecuencia. Una persona con marcapasos tampoco podría ponerse cerca de este aparato.

—Ha dicho antes que no la usarán cada día. ¿Qué previsión de uso anual tienen para este aparato tan caro?

—El servicio de Neurocirugía trata cada año a entre 200 y 250 enfermos con patologías tumorales del sistema nervioso. Hay más de cien tumores cerebrales diferentes de todo tipo, benignos, malignos e intermedios. Usaremos la resonancia magnética intraoperatoria en los casos en los que el tumor se encuentre en las zonas críticas de diferenciación a las que aludía antes, esos límites en los que si te pasas provocas algún daño en una función sana del cerebro. Y calculamos que haremos unas cincuenta operaciones de este tipo cada año.

—La primera fue el pasado día ocho, ¿cuántas llevan ya?

—Cuatro. No hay que olvidar que somos pioneros en el país con esta técnica. Vamos a aprender mucho y también vamos a actuar como evaluadores de esta nueva tecnología para todo el Sistema Nacional de Salud.