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Neuralgia del trigémino

¿Qué es la neuralgia del trigémino?

Es un dolor facial muy intenso, que afecta a un lado de la cara, en distintas áreas según los casos. Se desencadena de forma brusca, al comer, cepillarse los dientes, afeitarse o simplemente tocar la cara. El dolor alcanza un grado de intensidad muy elevado, habiéndose descrito como uno de los peores dolores que puede sufrir una persona. El paciente puede pasar etapas mejores y otros periodos donde las crisis de dolor son más frecuentes. Se puede dar a cualquier edad pero afecta más a personas en edad media de la vida y avanzada.

¿Cómo se diagnostica la neuralgia del trigémino?

El diagnóstico es principalmente clínico, basado en los síntomas y signos del paciente, que suelen ser característicos en la neuralgia esencial. Existen casos vinculados a otras enfermedades, menos frecuentes, pero que deben considerarse, como la esclerosis múltiple, o la compresión por una lesión cerebral que esté creciendo e irritando el nervio trigémino.

Por este motivo se realiza siempre una prueba de imagen, a fin de descartar estas posibles causas, siendo la resonancia magnética la prueba de elección.

Cuando la resonancia es negativa, es decir, cuando no apreciamos una causa aparente, es cuando definimos la neuralgia como esencial. En estos casos, la causa aceptada como principal es la compresión de algún vaso sobre el origen del nervio en el cerebro, aunque estos vasos y su relación con el nervio, son difícilmente apreciables en estas pruebas.

¿Cuál es el tratamiento de la neuralgia del trigémino?

Si puede determinarse una causa de la neuralgia, como por ejemplo, la presencia de un tumor, el tratamiento de la neuralgia pasa por el tratamiento de su causa, esto es, la extirpación del tumor.

En los más habituales casos de neuralgia esencial, se administra inicialmente un tratamiento farmacológico (carbamacepina, oxcarbacepina, amitriptilina, etc.). Si este tratamiento es eficaz a dosis tolerable, puede ser suficiente. Pero si el tratamiento es insuficiente para controlar el dolor o provoca efectos adversos indeseables, es preciso plantear un tratamiento quirúrgico de la enfermedad. El mejor tratamiento que existe en estos casos es la microdescompresión vascular del nervio (operación de Janetta). Consiste en acceder al origen del nervio, identificar el vaso (casi siempre un artería) que late sobre el nervio golpeándolo repetidamente, y separarlo colocando unas almohadillas entre ambos. Su eficacia es muy elevada y sus riesgos bajos, por lo que es la primera elección de tratamiento quirúrgico que debe plantearse.

En pacientes en los que esta operación no es factible y otros casos que se consideran inadecuados, pueden plantearse técnicas denominadas lesivas, pues crean una lesión interna en el nervio para bloquear la transmisión del impulso nervioso. La más utilizada es la termocoagulación. No obstante, su eficacia es limitada en el tiempo, y puede conllevar efectos adversos indeseados, sobre todo si deben repetirse en múltiples ocasiones.